Y llegó el terremoto. Si ya habíamos conseguido una paz y cierta armonía en el conjunto, llegó María José y lo puso todo patas arriba.
Siempre con esa sonrisa y esa energía que contagia al resto, lo quiere probar todo, lo quiere hacer todo, las horas del día nunca son suficientes para ella. Si un cliente le pide algo, no parara hasta satisfacer las necesidades del cliente. Si la casa no existe la construirá, si el comprador no aparece, lo inventará.
Si confías en ella nunca te defraudará, los clientes están por encima de todo. El adjetivo más utilizado por sus clientes “es un amor” y realmente lo es.
Un auténtico placer trabajar con ella y un lujo para todos aquellos que quieran comprar o vender su vivienda.